lunes, 28 de diciembre de 2015
"Por suerte no me acostumbro a esto"
por Lucas Ventoso
Parece que nuestra capacidad de asombro, como pinamarenses, siempre se corre un poco más. Los 5 mandatos del destituido Blas Altieri, para luego continuar la intendencia “su pollo”, Hernán Muriale (que renuncia envuelto en otro escándalo de corrupción), y la llegada paracaidística de Elizalde al gobierno, con casi todo su gabinete Altierista, han llevado nuestro nivel de adaptación a la corrupción e inoperancia a límites insospechados para una ciudad, digamos, más o menos normal.
Una prueba de esto que digo es lo que sucedió en el Concejo Deliberante este último martes 22 de diciembre, en una reunión pactada entre todos los concejales, funcionarios de la intendencia y los directivos y representantes de la empresa Movistar. El tema a tratar era las antenas ilegales de telefonía celular en el frente marítimo. Curiosamente, también estuvo presente un personaje fundamental de todos estos años de corrupción e impunidad. Funcional e indispensable para defender a este sistema podrido, pero también siempre listo –obedeciendo a las órdenes de sus jefes políticos de turno- para atacar, ensuciar, difamar y calumniar a todo aquél que osara exponer este sistema de impunidad y corrupción a toda la comunidad de Pinamar. Con tanta llegada a los gobiernos de Altieri, Muriale y Elizalde que, de la forma que se paseaba por los despachos y las secretarías, si alguien no lo conocía, parecía un funcionario político más de la Municipalidad de Pinamar. ¿Por qué pasaba eso?, solamente sabrán contestarlo Altieri, Muriale y Elizalde… Hablo de DIEGO URIBE.
Pero esta vez a Uribe se le fue la mano… No lo digo por su vil y miserable comportamiento al que, desgraciadamente, ya nos tiene acostumbrados a todos. Lo digo porque, usando una supuesta llegada o influencia al nuevo intendente Martín Yeza, intentó chantajear a una empresa de publicidad ligada a la multinacional Movistar y le pidió 175.000 pesos para solucionar “el problema” de las antenas ilegales. Según Uribe, con esta influencia política podía hacer que las antenas se quedaran donde están ahora y el problema se acababa. Eso sí, antes había que pagarle a él $ 175.000.
Yo, como funcionario público que soy, tenía una obligación ineludible al conocer y tener en mi poder los audios de Uribe chantajeando a la empresa de publicidad desde el día anterior a la reunión pactada: esa obligación era exponer la verdad de los hechos, en el mismo Concejo Deliberante, frente a todos mis pares concejales y frente a todos los directivos de la empresa MOVISTAR. Aclararle a la empresa Movistar que acá no se trata de pagarle a nada a nadie; que de lo único que se trata aquí es de cumplir con la ley y nada más y que yo estaba al tanto de una extorsión en contra de su empresa, aunque ellos la negaran (aunque dejaron de negarlo cuando les dije que yo tenía el audio en mi poder).
El otro objetivo de mi intervención pública era evitar que la empresa pagara esos $ 175.000 a un extorsionador. Si lo hacía público sin duda que Uribe se quedaba sin posibilidad de “negociar” nada y de repartirlo vaya uno a saber entre quiénes…. (me pregunto en este momento: ¿repartirá algo?)
Curiosamente, a la reunión, había llegado el propio Diego Uribe. Estaba justo frente a mí, a unos 3 metros, sentado con anteojos de sol, al costado de los directivos de Movistar y se lo notaba algo nervioso. Era extraño eso, ya que al Concejo Deliberante no ha ido prácticamente nunca… pero así serán las casualidades, ¿no? Seguramente la presencia de Diego Uribe en esta reunión era una pura casualidad…
Abajo están los audios, por si hicieran falta, y no hay vez que vuelva a escucharlo que me no provoque escozor. Por suerte no me acostumbro a esto.
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