viernes, 16 de mayo de 2014

La necedad por encima del sentido común y los derechos sociales

LOS CONCEJALES REAPARAON EL DESATINO DEL GOBIERNO, A TRAVÉS DE LA GUARDIA URBANA, CON LOS VENDEDORES AMBULANTE QUE RECORREN LAS OBRAS CON PROVISIONES COMESTIBLES
por María Adelina Mercuri
  
Debajo del glamour que despliega la playa verde del Atlántico a través de sus encantadoras edificaciones, que ostenta una franja poblacional de alto poder adquisitivo, se mueve una masa humana que hace posible, ladrillo a ladrillo, las construcciones (a modo de naturaleza muerta) del paisaje arquitectónico de Pinamar. Ellos son los obreros de la construcción, argentinos o extranjeros, bajo las inclemencias del tiempo forman parte de una fuente laboral de la cual se desprende otra, los vendedores ambulantes de comestibles. Desde los orígenes los cafeteros recorren la ciudad con sus productos (tortas, sándwich) para dar alivio a las necesidades alimenticias de los trabajadores de las obras. Por otro lado esa venta es el sustento de muchas familias que han hecho de la actividad su medio de vida. Pero la reciente Guardia Urbana a cargo de su director, Oscar Ibañez (comerciante), desconoce las necesidades de nuestros trabajadores, de esa fracción que motoriza la economía de nuestro de Municipio hacia arriba de la escala social y hacia abajo. Las leyes nos ordena para vivir en sociedad pero el sentido común nos protege de los necios.



En los últimos días personal de la Guardia Urbana decomisó la mercadería e impidió la labor de los vendedores ambulante, esencialmente en las obras y a todo trabajador que realicen su actividad en las calles (taxistas, remiseros, canillitas). Esta situación se trasladó al Concejo Deliberante que debió tratar la cuestión en la sesión de ayer y sobre tablas, con la presencia de los vendares en la recinto.


Todos los bloques coincidieron en el desatino de Oscar Ibañez al dar la orden, aunque se generalizó en la “Guardia Urbana”. Una creación que cada vez se parece más un engendro espasmódico que no encuentra su función concreta. La medida fue catalogada de “represiva y no inclusiva”. Destacaron además el “trabajo genuino” de los vendedores, muchos de ellos conocidos por la comunidad y los propios concejales, hombres y mujeres que se levantan muy temprano a cumplir sus tareas en bicicletas, motos o cuatri.


El acurdo en la desmedida se sostuvo dentro del recinto hasta que Pedro Elizalde (concejal del MUPP) intento justificar el accionar de la Guardia Urbana en respuesta a un pedido del Concejo, en las últimas sesiones, por la venta ambulante. Esta salvaguarda del Gobierno  le costó a Elizalde el reproche y la aclaración de Rosario Avendaño y Mercedes Taurizano, esta última aplaudida en su alocución. Las legisladoras a su tiempo desarticularon la trampa comunicacional que pretendió desplegar el concejal del MUPP. Avendaño  dejó bien en claro que "la solicitud de informe se refería a los vendedores ambulantes de playa”. Estadísticas que permitirían perfeccionar la norma que tanto esfuerzo costó a este Concejo y al anterior. Al mismo tiempo, en esa misma sesión los ediles en su conjunto no realizaron cuestionamiento alguno a la actual venta ambulante.


En la norma creada por los ediles se denominó a la tarea “Provisión de refrigerio, medio de subsistencia”. Se estableció un marco regulatorio con plazos, empadronamiento, informe socio ambiental y adquisición de mono tributo.  

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