por Walter Montero ¿La suspensión del Intendente Altieri y su probable
destitución marcarán el final de un ciclo en la forma de hacer política en Pinamar?
Prepotencia, tozudez, falta de diálogo y transparencia
en la gestión de gobierno. Desapego por las formas jurídicas y utilización a
conveniencia de las mismas. Propalar
argumentos mentirosos hasta el hartazgo con la intención de hacerlos realidad. Mezclar
negocios particulares con la política y acompañarse de funcionarios serviles a
la causa y a los intereses del grupo dominante, son sin duda algunas de las
calificaciones con las que podemos distinguir a esta gestión.
Prepotencia: Nos referimos a aquel que abusa de su poder o hace alarde de él. Mientras
el Dr. Altieri tuvo un Concejo
Deliberante afín, su prepotencia se evidenció en el trato que le dispensó a las
minorías. Directamente las ignoró y las atropelló desde su lugar de poder.
Igual camino quiso tomar ahora aún estando en desventaja política. Su tozudez no le permitió reconocer que,
aun habiendo ganado las elecciones con poco más del 30% del electorado, la conformación del HCD
representaba cabalmente el voto del restante 70% que no lo avalaba como el
máximo responsable del Municipio de Pinamar. Un amplio electorado que se
expresó contrario a su falta de diálogo
y transparencia en la gestión de sus anteriores gobiernos.
Su desapego
por las formas jurídicas y su utilización a conveniencia resultaron más que
evidentes en estos últimos días. Hoy resulta que el proceso legal que permite
el juzgamiento político de los intendentes es, según su visión, inconstitucional.
Sin embargo en el 2008 los lugartenientes del Dr. Altieri apoyaron la
destitución del intendente de turno y vociferaron a todo pulmón la consigna
“elecciones ya”. Que yo recuerde, la última reforma constitucional data de 1994
en la cual se incluyeron todos los
pactos internacionales, esos a los que hoy Altieri apela para su defensa legal.
Ahora bien, la defensa legal es una de las formas que
adoptó el suspendido Intendente. La otra está basada en generar sospechas sobre
su culpabilidad aun si se diera un eventual fallo que le fuera desfavorable. “Me
hallaron culpable, pero sepa la comunidad que soy inocente, soy víctima de un
mal proceso y de leyes anticuadas”. Esta pareciera ser su otra intención. Para
ello, se ha dedicado a propalar argumentos mentirosos hasta el
hartazgo con la intención de hacerlos realidad. Para Altieri, nada de lo
que le imputa el HCD es cierto, y si en todo caso lo fuera, no es
responsabilidad del Intendente. Será responsable algún funcionario de segunda
línea quien hizo las cosas mal. “El Intendente no puede estar en todo”. Estos
argumentos, repetidos hasta el cansancio y con la ayuda de algunos
comunicadores, dejan la impresión de un intendente incomprendido y juzgado por
las macanas que hicieron otros. A tal punto que algunos comunicadores siguen
insistiendo en la bondad del Dr. Altieri y adjudican su fracaso a su entorno,
olvidando que el entorno fue avalado sistemáticamente por él mismo. La culpa no
es del chancho… dice el refrán popular. Para mezclar negocios particulares con la política necesitó siempre acompañarse de funcionarios serviles a la
causa y a los intereses del grupo dominante. Grupo de poder y choque que
incluyó no sólo a funcionarios, sino también a empresarios, comunicadores y
sindicalistas dispuestos a participar aunque sea de las migajas de una torta
reservada para pocos.
El Intendente interino Hernán Muriale hasta el
momento no ha dado señales de querer marcar una diferencia con el estilo de su
líder político. Viene desarrollando hasta ahora las mismas características que
enumeramos del Dr. Altieri. Su primer encuentro con los trabajadores
municipales, los verdaderos, ni autoconvocados ni cúpula sindical le reclamaron
que hable con la verdad. Basta de mentiras!
Sería prudente de parte del Interino que se desprenda
de ese discurso encapsulado, aburridor, y poco convincente que utilizó el
oficialismo hasta ahora.
Pinamar necesita un poco de paz. Un poco aunque más
no sea. Necesitamos ver un departamento ejecutivo que no se cierre al diálogo
con el HCD. Un diálogo sin
condicionamientos.
Necesitamos un departamento ejecutivo que respete y
dialogue con los empleados municipales. Con los que van de frente, resuelven en
asamblea, y no están detrás de ninguna dádiva o del ingreso de algún pariente.
Necesitamos un Departamento Ejecutivo que respete y
gobierne también para ese 70% de la comunidad que no acompañó con su voto a
esta gestión.
En definitiva para tener un poco de paz necesitamos
un Ejecutivo que dialogue sin prepotencia.
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