domingo, 27 de mayo de 2012
El Intendente desnudo por la Bunge
En alguna nota manifesté que el intendente Altieri no había aprendido nada de la vida. Pero la verdad que siempre me sorprende, aunque siga sin aprender. La última, fue la decisión de suspender la conmemoración del 25 de Mayo, como si se tratara de su fiestita de cumpleaños, aniversario de casamiento, o que se yo. Se tomó la atribución en carácter de propietario del corralón de materiales, de inmobiliaria, de restaurante, de carnicería, de propiedades, de campos y entonces se le ocurrió que también era dueño del 25 de Mayo. Y por lo tanto lo suspendió. Sin lugar a duda, habrá entrado en los Records Güinness por suspender la conmemoración de una fecha patria. ¿Qué pensará el señor Intendente que es la patria? ¿Un campo cercano a Juancho? Si le preguntan por San Martín dirá: “La cancha de Chacarita”; sobre Belgrano, que “es el ferrocarril que pasa por González Catan”; de French y Beruti, “los punteros de la Campora”. Es posible, que en el mundo de hoy sea más factible perder el rumbo y la lucidez. Pero qué pasa con los que nos rodean. ¿Qué sucede cuando los funcionarios, amigos, familiares, escuchan una decisión tan psicótica? ¿Nadie se atreve a objetar, a decirle al Intendente , me parece que esta decisión arbitraria no es la mejor? ¿Qué hacen, asienten con la cabeza, lo aplauden, lo felicitan por la gran idea de suspender el 25 de mayo? Quizás, también se le ocurra que de ahora en más, el mes de mayo no tiene día 25, se pasa del 24 al 26. Y ya que está, en Pinamar suspendemos el día de la Bandera, el día de la Independencia, y todas las fechas patrias. Todo está locura me hace acordar el cuento del “Rey desnudo” En un lejano país, su monarca se entera que unos famosísimos sastres están de paso por su reino. Sin perder tiempo, los convoca para que le confeccionen su mejor indumentaria. Los sastres, luego de disfrutar un buen tiempo los beneficios que le brinda la vida en la corte del Rey, le comunican que han terminado su trabajo y anuncian a quien quiera escucharlos que han confeccionado para el Rey el traje invisible más hermoso del mundo, tan hermoso que “sólo los tontos no pueden verlo”. Proceden entonces a quitarle la ropa al Rey y mediante aparatosos ademanes le colocan el nuevo traje invisible. Por supuesto que el Rey se ve desnudo, pero no lo reconoce porque no quiere aparecer como un tonto frente a tan famosísimos sastres. Convoca entonces a sus colaboradores, a quienes les pregunta por la belleza de su traje. Superada la sorpresa de ver al Rey desnudo y enterados que semejante traje es tan hermoso que “sólo los tontos no pueden verlo”, toda su corte afirma que el traje es el “más hermoso del mundo”, lo cual convence definitivamente al Rey y los sastres siguen su viaje con un suculento pago por su trabajo, dejando al rey y a su corte muy satisfechos y agradecidos. Así el Rey paseaba desnudo por su palacio luciendo su traje invisible, el más hermoso del mundo. Un día decidió que su pueblo merecía también disfrutar la hermosura de su traje y sale del palacio para recorrer su reino. El pueblo lo ve desnudo, pero por temor a contradecirlo, no dice nada. Hasta que un inocente niño lo descubre y grita: “¡El Rey está desnudo! Tal vez en un tiempo cercano, el Intendente nos vuelva a sorprender, caminando por la Bunge, seguido por sus funcionarios, con un elegante traje invisible. Y nadie, pero nadie, se atreva a decirle que está desnudo…
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