miércoles, 7 de marzo de 2012

Porretti le contesta al Sr. Ardalla


A través de varios medios el Sr. Ardalla, alias “Brunet” ha efectuado un descargo en uso de su derecho a réplica. En tal sentido, por este medio, me propongo aclararle al Sr. Ardalla sus interrogantes así como algunos otros puntos que creo merecen ser aclarados.
En principio, contestaré a su pregunta sobre cómo es que sin haber leído el libro podíamos criticarlo tanto. Nos enteramos en el mes de noviembre del año pasado de la intención que algunas personas tenían de escribir un libro sobre mi persona. En cuanto comenzamos a averiguar un poco de qué se trataba, supimos con certeza que se trataba de un libro difamatorio y con mala intención, enmascarado por supuesto en el Derecho a la Libertad de Expresión. Ahora bien, he leído el libro, así como mis abogados también. No hicimos más que confirmar lo que antes de leer afirmábamos.
Sr. Ardalla, ud. Enmascara y distorsiona hechos que realmente ocurrieron, con afirmaciones falsas e interpretaciones direccionadas, intentando llevar al lector hacia conclusiones totalmente mendaces. Podría citarle al menos dos párrafos por hoja con mentiras e interpretaciones maliciosas. Ni que hablar de algunas de las fotos trucadas que publica en clara burla hacia mí y hacia el apellido de mi familia. Imágenes innecesarias en un libro que supuestamente es de “investigación”. Miente sobre mi familia. Los testimonios que recabó son de gente que claramente no me quiere, hace preguntas a los testigos sobre mi divorcio y familia que nada tienen que ver con la causa.
En cuanto a los argumentos de mi defensa de los que dice hablar, son falsos y hace un manejo de esa información de forma también direccionada. Le informo Sr. Ardalla que el Dr. Daniel Llermanos, nunca, le repito, NUNCA, intervino en la defensa. No presentó un solo escrito. Esto demuestra la forma irresponsable con que ud. maneja la formación ¿cómo pretende escribir un libro serio sobre una causa judicial si no lee el expediente mismo? Por otro lado, los argumentos de mi defensa son mucho más sólidos y más extensos de los que ud. publica. Es más, ni siquiera hacía falta publicarlos. Lo que ud. Debió haber hecho simplemente es transcribir ambos sobreseimientos y la sentencia de Casación que analiza el video a fondo y efectúa consideraciones a mi favor.
Ahora bien, en cambio, si transcribe el dictamen que utilizó el HCD de aquel entonces para mi destitución en un nexo aparte del libro. También los comenta y los califica como una “prenda de excelente redacción legislativa” diciendo además que son infracciones debidamente probadas, lo cual no puede ser más falso ya que la Suprema Corte Provincial nunca se expidió sobre la cuestión y es el único órgano investido con el poder suficiente para poder decir que una cuestión de este tenor se encuentra o no probada. También transcribe muchas partes del dictamen de la Sra. Procuradora, la Dra. Falbo y lo hace en las partes que son más contrarias a mi postura.
En cuanto al Dr. Giles, el juez que otorga los sobreseimientos, lo nombra por arriba y desestimando su actuación sin mayores argumentos. Los argumentos de Casación ni los analiza o al menos los transcribe. Es más tergiversa lo que la Honarable Cámara de Casación expresa en su fallo, diciendo que es adverso a mi cuando en realidad es totalmente favorable. Manipulación más grande de la información no puede haber. De esta forma, sobreestima y tergiversa las tres piezas judiciales más importantes para mi inocencia y que más contundencia jurídica poseen de toda esta actuación judicial.
Ud. Publica lo que quiere, utilizando la información como quiere, utilizando información falsa y con una clara intención de dañar. Ud. Desinforma.
Tampoco transcribe la defensa esgrimida por el Dr. Andreucci ante las acusaciones del HCD. Lo cual sería lo más ecuánime, dado que para cada acusación de las que ud. claramente transcribe y comenta favorablemente, hay una respuesta adecuada en mi defensa. Simplemente se limita a mencionar algunos de estos argumentos casi sin dedicarles espacio, los trata superfluamente, resume los más importantes, es decir, los “edita” y da una opinión negativa. Así, a los argumentos que me condenan los halaga y celebra como ciertos y les dedica un extenso espacio y a los que describen mi punto de vista, mi explicación, mi verdad no los nombra o los resume, apenas los comenta y los desecha con algún falso argumento jurídico explicado por ud. que no es abogado ni especialista en la materia.
En cuanto a los supuestos “hechos históricos” que narra, a las afirmaciones categóricas que tiene como ciertas o a los dichos que dice haber escuchado y que se pueden leer a lo largo del libro, no cita una sola fuente confiable. Un verdadero periodista, un periodista serio, cita todas sus fuentes. En cambio Ud. se remite a “varias fuentes” o a “la versión dominante” y otras construcciones lingüísticas para evadir el hecho de que no sabe de donde obtuvo tal información o para evitar decir que es una afirmación suya. Un libro de este tipo debería ser una tesis en si mismo. Ahora bien, para que una tesis sea tal, es preciso que el postulado que se enuncia se pruebe con argumentos. Los argumentos, a su vez, se sustentan en premisas que si o si deben ser verdaderas. Luego, nos queda la conclusión final en donde se reafirma el postulado enunciado al principio y que se pretendía probar, con fundamento en los argumentos y contraargumentos. Si, en cambio, se parte de premisas falsas, la conclusión solo puede ser falsa. Los argumentos dejan de serlo para convertirse en falacias. Una falacia es un enunciado que aparenta un sustento lógico pero que no lo tiene. El libro entero es una falacia. No hay ni un argumento verdadero, no sustenta lo que dice en evidencia concreta.
Fíjese Sr. Ardalla, cuan peligroso puede ser que se utilice la información de forma tan irresponsable. Uno de los mayores ejemplos lo tenemos en el pasado siglo XX. Durante la segunda guerra mundial, el ministro de propaganda Nazi, Paul Joseph Goebbels, llevó adelante su campaña propagandística teniendo como máxima la frase “miente, miente… que algo quedará”. Ud. miente, solo espero que el daño, que de por si ya ha causado, no sea tan grande. Mentir, por acción o por omisión, de forma intencionada o por descuido, genera un daño que muchas veces es irreparable.
Por último, en cuanto a la carta que el Sr. José Antonio “Tony” Nercellas leyó en la presentación del libro en cuestión, vuélvala a leer, porque en ella no se afirma que ud. haya cometido delitos o que tenga causas penales, por el contrario, se le pregunta a ud. si es verdad lo que se publica y se le dice de donde salió tal información para que pueda ud. desmentirla y dar las explicaciones que crea convenientes. Ud. en cambio, no cita ni dice de donde sale mucha de la información que publica en el libro. Tampoco tengo la posibilidad de defenderme de la misma manera que ud., teniendo en cuenta la contundencia que puede tener un libro publicado. Más si es sobre una persona dedicada a la política como yo o que ha sufrido como lo he hecho, un proceso judicial tan comentado.
Para mí, es casi imposible defenderme de una publicación como esta. Ud. bien puede publicar su derecho a réplica o contestar directamente al Sr. Nercellas en el momento en que el lo interrogó. Ahora bien, ante una publicación de mil ejemplares, ante la presentación del libro en la feria del libro, en hoteles y en diversos lugares del país ¿cómo hago yo para contestarle, para desmentir la cantidad de errores que aparecen en el libro?
Si ud. se sintió ofendido por la transcripción de los dichos que figuran en el blog que se cita en la carta y que hablan mal de ud., ¿Cómo cree que tengo que sentirme yo si publican un libro sobre mi con una cantidad impresionante de mentiras, errores, imprecisiones y argumentos falaces, además de imágenes burlonas en donde no se cita una sola fuente confiable (de hecho no se cita ninguna) de lo que se afirma? Sr. Ardalla, leímos su libro. No es más que una mentira, una calumnia y una injuria con claras intenciones políticas.
SALUDOS CORDIALES

Roberto Porretti

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