lunes, 3 de octubre de 2011

“Los domina el resentimiento y la envidia”


Por Mariana Dufour
El viernes pasado llegó a Pinamar el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, para inaugurar la cuestionada ampliación del Hospital Comunitario. Su visita a Pinamar, un necesario y esperado acto de campaña, tuvo por objeto fortalecer los magros resultados obtenidos por el oficialismo el 14 de agosto. Resulta sorprendente presenciar cómo, en tiempos en que la política progresista impulsada por los Kirchner es apoyada por la mayoría de los argentinos, más de un candidato de ideología y práctica menemista aprovecha la ocasión.
Hoy apoya a Cristina. Sin embargo, el intendente Blas Altieri gobernó largos años bajo el amparo de los principios de la década Menem/Duhalde. “Reciclado de ocasión”, diría el periodista Horacio Verbitsky. Los aliados que supo conseguir, como Jorge Liberanome, Fabián Cambre, Patricia Meoqui, Hugo Farragut, Victoria Majul, Oscar Trujillo, Rosana Di Pascuale o Cristina Skerlij saben de estas volteretas. Por eso lo acompañan… hoy.
A contramano de la Nación, este gobierno apoya la construcción de una universidad privada mientras rechaza la creación de una de la UBA en Pinamar. O arancela la salud pública, un derecho esencial que el Estado nacional defiende. Construye obras en forma compulsiva, sin llamar a las obligadas audiencias públicas para que sea el pueblo quien decida si quiere o no un acceso nuevo a su localidad y cómo lo quiere. O si necesita un nuevo parador impuesto por el gobernador. Tampoco consulta si el hospital debe ampliarse o si se debe construir uno nuevo. Lejos de la gente parece más cómodo.
¿Pinamar para todos?
Pinamar es concebida como un millonario negocio inmobiliario. Este intendente lejos está de pensar el turismo como una política pública donde la comunidad tiene vital protagonismo. Mientras la Nación concibe el crecimiento igualitario de sus comunidades, Altieri piensa a Pinamar como una gran empresa. Por eso, los tiempos eleccionarios exhiben el temor de los funcionarios de perder el control de sus negocios…
El Plan de Gestión 2010/11 contempla subsidios provinciales y nacionales por más de $450 millones que nunca fueron analizados por la comunidad y que producirán, inevitablemente, un fuerte impacto urbano ambiental. Mientras, los vecinos seguimos esperando la red de agua y cloacas, la planta de residuos sólidos urbanos o la resolución del frente marítimo, que tantos intereses particulares involucra.
Según pregonan los funcionarios, las obras públicas traen trabajo y prosperidad para todos. Sin embargo, en Pinamar estamos acostumbrados a que las empresas, propiedad de estos funcionarios, ganen una y otra vez las concesiones de las codiciadas obras públicas. Todo queda entre cuatro. Hace veinte años que es así. Como digo… desde los ’90.
A todo esto, ¿qué pasó con el ente mixto de turismo, tan anunciado durante la campaña anterior? ¡Bien, gracias! Si “Pinamar es tierra de inversores”, muy incomodo sería, entonces, un ente mixto en el medio. Todo indica que Altieri no tiene necesidad de respetar los compromisos asumidos. Según declaran los mismos concejales, tampoco las normas ni la división de poderes que definen la democracia. El HCD pide informes al intendente sobre las acciones de gobierno pero éste, lejos de responder, se ofende. En su habitual tono histriónico, Altieri declara ante los medios que se trata de “actos de discriminación”. Y acusa a los ediles de estar dominados por “el resentimiento y la envidia”. Argumento inmaduro si los hay.
¡No me gusta!
Al intendente no le gusta que le pidan explicaciones. No quiere explicar por qué entregó viviendas sociales a sus hijas y a funcionarios como Beto Morales. O por qué, casualmente, la inmobiliaria que intervino en la operación fue la de su hermana. Tampoco le gusta explicar por qué la inseguridad crece sin que se tomen medidas. “Usted no escucha a la gente”, le dijeron los vecinos de Valeria del Mar y Ostende. ¿Y las cámaras de seguridad tan prometidas? Mejor no preguntar. Al intendente tampoco le place atender a todos los periodistas. Sólo a los que le ofrecen una alfombra roja para que pueda explayar sus largos monólogos. Y, sino, será tratado (como en el caso de esta cronista) de “enfermo, loco y mentiroso”.
Nuestro intendente se ofende porque tiene que dar explicaciones de lo que hace, gasta y decide. Tal vez sus funcionarios deberían explicarle que así funciona la democracia.
Justicia, ¿estás?
Volviendo al acto del hospital, estuvo colmado de palabras halagadoras, anuncios y abrazos por doquier. Nunca se mencionaron las graves denuncias que pesan sobre esta obra, el intendente y demás funcionarios. Nada se explicó, tampoco, acerca de por qué no prosperan las causas contra Altieri. “Todos los fiscales del Departamento Judicial de Dolores se han excusado de investigar a Altieri y a Carlos Oricchio, asesor externo del Municipio y blanco de las sospechas de ser la tercera pata en la conformación de una asociación ilícita”, dijo hace dos semanas el denunciante Lucas Ventoso. Así, “la investigación penal cayó en un limbo procesal en donde de hecho el Estado ha renunciado a ejercer la acción penal pública”.
Ante este vacío judicial, difícil futuro le espera a Pinamar. Mientras, el patrón de estancia tiene la palabra y la ley en sus manos. Al menos, hasta el 23 de octubre.

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